domingo, 19 de abril de 2009

EL MILAGRO DE LA RECUPERACIÓN DE IVÁN

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información y fotografía de EL SOL DE PUEBLA.-
"Ándale mamá, cómprame la bici", insistió Iván durante el último mes hasta que lo consiguió una semana antes del 4 de abril. Una Macondo negra, de 18 velocidades, brillosa, la mejor de todo Sanctorum.
"El gusto nomás le duró una semana", recuerda su madre cuando narra la tragedia que casi le arrebata a su hijo.
Aquel mediodía del 4 de abril, Iván pedaleaba. Acompañaba a su mamá a la base de la ruta 30 donde trabaja como checadora; inexplicablemente, un cable de alta tensión se soltó y cayó sobre Iván de 13 años.
"Nos pareció una eternidad", narra doña Petra Cruz, quien vio lo que pocos padres soportarían: su hijo envuelto en llamas.
El cable se retorcía. Cuando la corriente dejó de sacudir el cuerpo de Iván, los vecinos intentaron apagarlo con agua.
El pequeño llegó inconsciente a la Unidad Pediátrica de Quemados con 70 por ciento de la superficie corporal carbonizada. Hoy no recuerda lo que ocurrió aquel día, pero poco le importa, sólo espera salir del hospital para regresar a pedalear su bicicleta, quizá otra porque la Macondo quedó inservible.
La tragedia le sirvió para conocer su nueva vocación: quiere ser doctor, para ayudar a otros niños que sufran como él padeció.
Armando Acevedo, director de la Unidad, resume lo que ocurrió con Iván: un milagro.
Una persona que recibió la cantidad de energía como sucedió con Iván habría muerto; al menos, habría perdido las extremidades.
De inmediato se introdujo el cuerpo calcinado de Iván a la cámara hiperbárica, donde el oxígeno al 100% potencializa la posibilidad de recuperación de tejidos, después se le aplicó la terapia Vac que permite conservar al vacío los tejidos. Por último, con un bisturí, se retiró todo el tejido muerto haciendo un raspado en las partes quemadas.

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